diciembre 2008


Argentina, 1948. Dir.: Manuel Romero. 16mm. 95’.

el-tango-vuelve-a-parisNarraba como si fuera un patinador: sus historias se deslizan siempre hacia delante con una combinación de seguridad, fluidez y dinamismo que las delata en seguida: es una de Romero, autor porteño y popular. Autor obrero.

Filmó por docena, especialmente para Lumiton y con la mirada en la gente, ganándose el odio encarnizado de los intelectuales que se indignaban alrededor de Victoria Ocampo mientras ella se escribía con Eisenstein (pero elogiaba a Alberto de Zavalía por ¡ay! La maestrita de los obreros). Romero no era maestrito de nadie.

En cambio, sus películas se permitían bombardear (más…)

Argentina, 1960. Dir: Hugo del Carril. 16mm. 90′

culpable1En una crítica contemporánea al estreno, el maestro Homero Alsina Thevenet reconoce que Culpable «tiene un calibre original que es asombroso en el cine argentino«. Después le pega sin parar, pero también admite su calidad formal y el dominio que Del Carril demuestra en el manejo de la acción. Hay que reconocer que es muy difícil sobreponerse al impacto, por lo general negativo, que produce Culpable en una primera visión. Comienza con un dinamismo sorprendente, que se expresa desde un automóvil que escapa en la escena de títulos, y sigue durante una media hora como si se tratara del mejor policial negro que uno jamás haya visto. El espectador asiste a los últimos momentos del recorrido criminal de Leo Espósito (Del Carril), que escapa de una comisaría, se refugia durante unas horas en casa de amigos, visita el velatorio de su hijo muerto y termina acorralado por la policía. Espósito vende cara su piel y enfrenta a la ley al mejor estilo Scarface, tratando de evitar las granadas de humo y lanzando mortales ráfagas de ametralladora. Pero cuando la policía finalmente le acierta, sucede algo desconcertante: el reloj se detiene y aparece Ernesto Bianco, sobreimpreso como un fantasma, y dice: «¡Leo Espósito! ¡Soy tu conciencia!». Hay que verlo para creerlo. (más…)

EEUU, 1935. Dir.: John Ford. 16mm. 91′.

informer1En 1935 John Ford tenía casi dos décadas de carrera cinematográfica y había logrado varios éxitos comerciales, pero ese prestigio no le hizo más fácil la producción de El delator, uno de sus films más personales. Hacía cinco años que no lograba respaldo económico para ese proyecto y cuando finalmente logró que la RKO aceptara producirlo debió conformarse con un presupuesto muy modesto y con un porcentaje en las ganancias, si las hubiera, en lugar de cobrar un sueldo. El guión fue escrito por Dudley Nichols, supervisado de cerca por Ford, durante un par de semanas que ambos se tomaron para trabajar en el yate del realizador. Cuando llegó el momento del rodaje, Ford logró terminar el film en tres semanas y gastando 50.000 dólares menos de lo previsto. (más…)

Semana de perros – Del lunes 22 al viernes 26 de diciembre, 0:30 hs. por Canal 7

rtt_in_chairFILMOTECA no se hace el oso ni mete el perro, pero cree que este último es el mejor amigo del hombre y que lo es también en el cine.

Es por eso que dedica toda una semana a los perros. Películas caninas, con perros fieles, aventureros, que no solo se hacen el muerto y mueven la cola sino que también rescatan vidas, combaten villanos, y defienden a muerte a sus amos.

El gran protagonista de esta semana perruna será el más inteligente y valiente: Rin Tin Tin, acompañado de algunos de sus imitadores. Además se pasaran algunos ejemplos del sub-genero “cómico con perro” con Charles Chaplin, Max Linder y Buster Keaton…

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Italia / Francia – 1961. Dir.: Vittorio de Sica. 35mm. 100’.

a«A las dieciocho comienza el Juicio Universal«, dice una voz potente desde los cielos al comienzo de esta comedia de Vittorio de Sica, una de las más extrañas de la historia del cine.

La estructura es episódica y el elenco multiestelar hasta la estupefacción, como pasaba en los films que hacía Sacha Guitry (Si Versalles contara, Napoleón, etc.). El guión de Zavattini abandona el realismo que venía de practicar con de Sica en El techo y Dos mujeres y deja que esta vez el registro social surja de un planteo que oscila entre el disparate religioso y el surrealismo, como pasaba en Milagro en Milán. El resultado es vertiginoso pero tiene más rigor de lo que aparenta, como se advierte a medida que el film cataloga las reacciones posibles, en los distintos estratos sociales, ante el anuncio del juicio final que la voz extraterrena reitera a intervalos regulares. (más…)

Argentina / España, 1963. Dir.: Juan Antonio Bardem. 16mm. y 35mm. 107’.

ino2La Argentina de 1958-1962 pudo dar la impresión de ser un lugar interesante para hacer cine: el Festival de Mar del Plata, el apogeo de los cineclubes, la crítica, una cartelera heterogénea y el primero de los muchos «nuevos cines argentinos» ayudaban a definir un panorama optimista. En particular para un realizador español que tenía veinte años de razones para estar harto del gobierno franquista. Además, en esos años se habían realizado o se estaban realizando varias coproducciones entre los dos países como parte de una política de colaboración que, aunque eventualmente se frustró, dejó una variada cantidad de títulos como Hijo de hombre (Demare, 1960), La mano en la trampa (Torre Nilsson, 1961), El sexto sentido (Carreras, 1962) o El turista (Cahen Salaberry, 1963). En ese contexto llegó Juan Antonio Bardem (1922-2002) que en aquel momento era, junto con Berlanga, el director más respetado del cine de la península, gracias a films como Muerte de un ciclista (1955), Calle mayor (1956) y A las cinco de la tarde (1960). En esos años Bardem había declarado públicamente que «el cine español es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico«. Las mismas palabras podrían haberse aplicado al cine argentino que dominó nuestras pantallas a partir de la caída de Frondizi, pero eso no podía saberlo Bardem cuando se decidió a filmar Los inocentes. (más…)

Argentinos en el exilio – Semana del lunes 8 al viernes 12 de diciembre, 0:30 hs por canal 7.

diosNini Marshall, Libertad Lamarque, Tulio Demicheli, León Klimovsky, Pepe Iglesias “el Zorro”… Actores y directores del cine argentino clásico, estrellas y talentos que tuvieron que irse con su arte a otra parte cuando fueron incluidos en listas negras y se les cerraron las puertas de la industria local. México y España fueron países que los recibieron y en donde lograron, en algunos casos, carreras exitosas.

FILMOTECA dedica una semana a estos Argentinos en el exilio, exhibiendo algunas de las películas que estos protagonizaron y dirigieron en el exterior y que casi no se vieron en el país que los vio nacer y donde construyeron su gloria…

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Argentina, 1967. Dir.: Leonardo Favio. 35mm. 75’.

aniceto La obra de Leonardo Favio tiende un puente entre su generación, la del ’60, y los cineastas que renovaron el cine argentino durante la década del ’90. Es el único realizador argentino que los jóvenes conocen en profundidad y reconocen como influencia. Artista excepcional, ha demostrado una sorprendente capacidad para reinventarse a sí mismo a lo largo de los años: primero fue actor y luego, entre 1965 y 1969 hizo tres films magistrales (Crónica de un niño solo, Este es el romance, El dependiente), que cautivaron a la crítica pero fueron sucesivos fracasos de taquilla. Se salvó de la ruina transformándose, imprevistamente, en exitoso cantante popular y a continuación realizó dos de los films argentinos más populares de todos los tiempos: Juan Moreira (1973) y Nazareno Cruz y el lobo (1975). La turbulenta situación política argentina malogró la repercusión de su sexto film, Soñar… soñar… (1976), tras el cual partió al exilio y vivió mayormente de la música. En la década del noventa volvió al cine con dos films marcados por su inquebrantable fe peronista: Gatica, el mono (1993) y el gigantesco documental Perón, sinfonía de un sentimiento (1999). En 2008 volvió a sorprender con Aniceto, una nueva versión de Este es el romance, transformada ahora en una singular combinación de música y ballet.

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haxanSuecia-1922. Dir.: Benjamin Christensen. 8mm. / 16mm.

Para muchos desprevenidos que confundíamos al cine mudo con Carlitos Chaplin, fue una revelación la escena de Haxan en la que unas cuantas brujas hacen cola para besar el orto de Satán.

El creador de esta obra extraordinaria fue un danés llamado Benjamin Christensen, que no sólo invirtió tres años de su vida en el proyecto sino que tuvo que trasladarse a Suecia para poder hacerlo por no encontrar apoyo en su país. El título original se traduce simplemente como «La bruja», pero el pomposo título en castellano no es del todo idiota porque la película se presenta a sí misma como una reconstrucción documental de hechos presumiblemente verídicos, aunque a los veinte minutos a nadie le importa que lo sean o no.

Christensen refuerza la impresión documental interviniendo como narrador, delatando ocasionalmente los artificios de la ficción e imponiendo una estructura episódica, a modo de ensayo en capítulos. De modo menos notorio pero más divertido, también interpreta a un libidinoso Satanás, que posee con entusiasmo a jóvenes aburridas de sus maridos, aterroriza a un monje escribiente y obliga a una religiosa a clavar un puñal en una hostia consagrada.

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Argentina / España – 1960. Dir.: Leopoldo Torre Nilsson. 16mm. 91’.

ltnilsson-y-guidoLa joven Laura Lavigne (Elsa Daniel), pupila en un colegio de monjas, va a pasar los meses de vacaciones estivales a la casa que comparten su madre (Berta Ortegosa) y su tía (Hilda Suárez), un viejo casco de estancia venido a menos, situado en un pueblo de la provincia. Allí se interesa en el misterioso habitante del cuarto más alto de la casa, que supuestamente es un hermanastro deforme que nunca ha visto porque, como le dice su tía, “las desgracias no se exhiben”. Con ayuda de un muchacho que la corteja (Leonardo Favio), Laura descubre que quien habita el cuarto de arriba es otra tía, Inés (María Rosa Gallo), a quien se supone en Estados Unidos, casada con un millonario. Conversando con Inés, Laura se entera de que las Lavigne urdieron esa mentira -y la sostuvieron laboriosamente durante veinte años- cuando Cristóbal Achával (Francisco Rabal), novio de Inés, decidió posponer el matrimonio de ambos y ella, para “conservar la dignidad” prefirió romper el compromiso y desaparecer. Laura decide conocer a Achával y, luego de seducirlo, lo conduce a su casa y lo pone en presencia de Inés, quien muere a causa de la conmoción que le produce ese encuentro sorpresivo que destruye sus fantasías. Mientras sus hermanas se ocupan del cadáver y condenan a Laura, ésta escapa con Achával a Buenos Aires, donde comienza a acecharla una nueva forma de encierro.

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